GOLOSINAS LITERARIAS

 

 

PRIMER PREMIO Microrrelatos Certamen de Cine de ESCRITORES DE RIVAS Concurso de MICRORRELATOS.

 

 

 

BESOS BLANCOS

¿Por qué me mira así? ¿Qué quiere que haga? Los tiempos cambian y hay que adaptarse. Apenas he estado cinco minutos con la otra. No tiene motivos para estar celosa. Nada va a cambiar entre nosotros. Llevamos juntos treinta años y tenemos unos hijos maravillosos. ¡Diablos, ahora lo entiendo! ¿Cómo he podido olvidarme? Hoy es nuestro aniversario. Hace justo diez años que paseé, con ella de la mano, por la alfombra roja del teatro Kodak de Hollywood. Fuimos a recoger el Oscar al Mejor Guión Original. Yo estaba muy nervioso, me temblaban las piernas y me sudaban las manos, pero ella se mantuvo firme transmitiéndome su aplomo. Ni siquiera se molestó cuando olvidé mencionarla al recoger la estatuilla. ¡No tengo perdón! Sin más dilación, apagó la tablet que acababa de comprar para sentarse solícito frente a su amada. Acarició con ternura sus ojos negros, y sació su boca con un beso blanco. Ajustó los márgenes, rebobinó la cinta, y la vieja Olivetti le sonrió de nuevo.

 

 

 

 

4 veces FINALISTA SEMANAL en Concurso de MICROCUENTOS del programa HOY POR HOY de la CADENA SER. Año 2009.

 

 

 

 

TRAPALÍN

Algún día se enterarían de quién era el que movía el espejito. Era nuestro juego preferido. La abuela me perseguía alborozada mientras yo escondía el espejo. "¡Devuélveme el espejo, trapalín!". Siempre estaba alegre, aunque dicen que murió de pena. Mis padres vendieron el viejo caserón familiar. Muchas familias lo han habitado desde entonces, pero a ninguna le gustaba jugar con el espejo. Gritaban histéricos al encontrarlo bajo las almohadas o entre las conservas de la despensa. Echo de menos a la abuela. Ella no se enfadó conmigo cuando caí rodando por la escalera y se rompió el espejo. Busco su sonrisa en el cristal quebrado, y sólo encuentro una mueca sombría.

 

 

MUY MALOS

A ella, estaba claro, le gustaban los chicos malos. Sin embargo, subió al altar de la mano de un buen chico. Investigador de prestigio y, como no, heredero único del emporio farmacéutico de su familia. Mientras su marido se encerraba en el laboratorio absorto en sus estudios sobre el genoma humano, ella ejercía de perfecta anfitriona de los becarios que ayudaban a su esposo. Tras una agotadora jornada entre tubos de ensayo y microscopios, los jóvenes científicos se entregaban sin recatos a los cuidados de tan ilustre dama. Dos años después de su boda, ella murió tras parir una extraña criatura que recibió el nombre de "experimento fallido".

 

 

PUPILAS DE ABENUZ

Verdaderamente una delicia para los sentidos. Aprovechando un descuido del eunuco, profané el serrallo del sultán y, temerario, irrumpí en la estancia de "la favorita" seducido por sus trovas. Me sacaron los ojos por mirarme en sus pupilas de abenuz, y me cortaron las manos por posarlas sobre sus hombros de seda. Cercenaron mi nariz por respirar su aliento, y me arrancaron la lengua por beber de sus labios el elixir prohibido. Me han colgado por las orejas y agonizo entre cuervos, pero mi calvario se transforma en edén cuando la oigo cantar de nuevo. A pesar de la crueldad de los verdugos, volvería a hacerlo.

 

 

BAJO EL RUMOR DE LAS OLAS


Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Tras descalzarlos, trepamos por la popa de la vieja goleta. Los piratas yacían ebrios sobre cubierta. Escondidos debajo del aparejo, encendí una pequeña linterna. Mis dos pequeños grumetes me miraban temblorosos pero resueltos a recuperar nuestro barco y dar un escarmiento a aquellos malhechores. Súbitamente, se desató una tormenta y el navío encalló en el arrecife. Los grumetes alcanzaron la costa asidos a la botavara. Agotados, se durmieron entre las velas. Yo desperté bajo el rostro severo de una hermosa sirena. Su fingido enfado se disipó con mis besos. Escuchando el rumor de las olas, la acompañé hasta su lecho.

 

 

 

 

 

 

PRIMER PREMIO del Concurso de MICRORELATOS GETAFE NEGRO 2010 convocado por el AYUNTAMIENTO DE GETAFE.

 

 

¡QUE HORROR!

No era un fantasma quien surgió entre la niebla. Venía en mangas de camisa. Se acercó apresuradamente hasta mi coche. Era uno de los muchos conductores que, como yo misma, habíamos aparcado en la cuneta esperando que la niebla se disipara. El pitillo que sujetaba entre los labios bailaba al son que castañeaban sus dientes. Golpeó con suavidad mi ventanilla e hizo señas pidiéndome fuego. No parecía un tipo peligroso y yo me había quedado sin tabaco. Le dejé entrar en mi vehículo. ¡Que horror! –dijo aterido, a modo de saludo. Me ofreció un cigarrillo y, cogiendo el encendedor del salpicadero, lo encendió galantemente antes que el suyo. Me hizo reír con sus chistes sobre fantasmas. Pusimos música y coqueteamos. Niebla fuera, humo dentro. Entre vapores, quiso besarme. Cedí a sus encantos. Siempre aprovecho ese momento para arrancarles la lengua de un bocado mientras hundo mis uñas entre sus vísceras. Prefiero cazar dentro del coche. ¡Hace tanto frío afuera!

 


 

 

 

 



FINALISTA DE LA XIV EDICIÓN DEL CONCURSO

TODOS SOMOS DIFERENTES DE LA FUNDACIÓN DE DERECHOS CIVILES


Publicado en el libro del año 2009.


ABRAZADA A MIS ENTRAÑAS

La mujer asustada buscó a la niña que fui. La encontró risueña, a pesar de todo. “No permitas que te vea llorar” - susurró la pequeña abrazada a mis entrañas. La niña enjugó las lágrimas de la mujer y me prestó su sonrisa. Con desparpajo infantil, tiró de mí hasta el estrado. Me acerqué a su señoría y esperé unos segundos a que, por fin, la mujer escondida volviera a mi lado. Le cedí la palabra y, señalando al reo sentado a mi izquierda, contesté a la pregunta: “Sí, señor juez, aquel canalla es quien me ha pegado”.

 

 

 


 

MÁS, MÁS...

Los siguientes textos no han sido premiados ni publicados en papel, pero fueron seleccionados y publicados en Internet.

 

 

 

CONCURSO DE MICRORRELATOS SOBRE ABOGADOS.


TRES SEXENIOS

Me citó por teléfono. Acudí a su despacho al anochecer. En mi decimoctavo cumpleaños, el viejo abogado de mi padre me entregó el tercer sobre. Recibí el primero a los seis años, el segundo a los doce. Los dos primeros sobres contenían daguerrotipos familiares. Curiosamente, la imagen de papá siempre estaba en penumbra. Un mes después de mi nacimiento, mis padres desaparecieron en extrañas circunstancias durante un crucero. Del yate, tan sólo encontraron un flotador. El expediente del naufragio fue extraviado por la policía. He necesitado tres sexenios (6-6-6) para conocer la verdadera identidad de mi progenitor. El último sobre guardaba un códice miniado con instrucciones precisas para el cachorro de la Bestia. En efecto, soy hijo de Satanás pero jamás compartí su gusto por las tinieblas. ¡Pobre papá!, soy más parecido a mamá. Me he encomendado a la Providencia, y he cambiado de abogado.
Julio 2009

 



ANTOJOS

Aquello fue la gota que colmó el vaso. Al recibir la noticia, aún convaleciente del parto, la mujer abandonó el hospital para presentar la demanda de divorcio. Durante el embarazo, no tuvo más apoyo marital que las bromas sobre el nombre del futuro vástago. Ni una palabra cariñosa, ni un antojo concedido. Nueve extenuantes meses, pegada al teclado del ordenador, tramitando los expedientes y denuncias que llegaban al despacho de abogados de su consorte. Mientras su vientre se hinchaba como un globo y las vértebras lumbares chirriaban, el esposo, rodeado de colegas, alardeaba de la “Quinta Generación” de su ínclita familia de letrados. Doña Vendimia Parra Garnacha, hija de bodegueros ilustres, había padecido personalmente la crueldad de ciertas tradiciones familiares. Su hijo, recién nacido, correría la misma suerte al haber sido inscrito en el Registro Civil por su cónyuge, motu proprio, con el nombre de Litigio Togado de la Providencia.
Septiembre 2009

 


ESPADAS EN ALTO

Mientras me abalanzo sobre ella, descubro a ese cretino de aprendiz de abogado intentando tomarme la delantera. Ha pasado la cena adulando a los socios del bufete. ¡Por favor, que alguien traiga una esponja para recoger sus babas de la mesa! Ahora, osa disputarme la presa. Evidentemente, también se ha fijado en ella. No hay vuelta atrás. Las espadas están en alto. Nos miramos desafiantes y... “¡Maldito muerto de hambre, es mía!” –grito enardecido y fuera de juicio. Su palillo y el mío chocan violentamente contra el plato astillándose entre los dedos. La última aceituna, que nadaba voluptuosamente en el aliño de la ensalada, salta por encima del conjunto de sabrosas viandas encontrando refugio en el generoso escote de la hija de nuestro presidente. Al amanecer, tendremos la oportunidad de solucionar nuestras diferencias, sin jueces ni juristas, frente a la ventanilla del paro.

FEBRERO 2010

 

 

 

REVANCHA

La lluvia de indicios apuntaba directamente a la ganadora de la carrera. Arrestaron a la liebre cuando subía al podio. No pudo justificar la pérdida de su calcetín derecho; el mismo que encontraron, anudado con saña, en el cuello de la tortuga. El abogado, para librar a su clienta de la cazuela, ideó un brillante discurso sobre la locura transitoria de un personaje público sometido a una gran presión mediática. A pesar de ello, el alegato de Esopo fue definitivo en aquel caso: “He creado un monstruo”.

OCTUBRE 2010

 

 

PIDO CLEMENCIA

¡Soy inocente, yo no he sido! –clamó Miguelito gimoteando bajo el dedo acusador de su mamá. El dulce de calabaza que impregnaba la comisura de sus labios echaba por tierra su desquiciante recurso al llanto. ¡La tarta ya estaba empezada cuando la he pellizcado! –insistía el mozalbete a pesar de haber sido pillado in fraganti. ¡Estás castigado! –sentenció la madre con ese gesto de severidad que tan convincente resultaba en sus alegatos como fiscal. ¡Protesto Señoría! –gritó el mocoso buscando amparo en su padre, quien, en ese momento, doblaba ceremoniosamente una toga recién planchada. El papá, dejando a un lado su condición de honorable Juez de la Audiencia, y tratando de tender un puente entre las partes en litigio, confesó resignado mientras sacudía algunas migas de su pechera: El hambre me ha nublado la mente, este régimen me está matando; humildemente, pido clemencia.

NOVIEMBRE 2010

 

 

 

 

 

MICRORRELATOS SELECCIONADOS PARA LA II EDICIÓN (2009) DEL

 

FESTIVAL DE NOVELA POLICIACA DE MADRID GETAFE NEGRO

 

"...también nos preocupamos del antes y el después del crimen. Cómo lo evitamos, cómo lo corregimos."

LORENZO SILVA (Comisario de Getafe Negro)

 

 


Nieves Reina : Seudónimo de Víctor Salgado



Nieves Reina (22/09/09 22:33)


A CUCHILLO

La sangre sobre la nieve es más roja. Fue la frase que eligió, a modo de epitafio y advertencia, para poner fin al manuscrito. Lo guardó dentro de una caja de zapatos. Tres años de investigación y novecientas páginas se apiñaban entre seis láminas de cartón. Me rogó que lo escondiera en lugar seguro, informándome que el último capítulo de su libro estaba por escribir. Tratando de restar gravedad al ruego, junto con su escrito, me regaló unos preciosos mitones envueltos en papel de seda. Comentó que los hechos narrados eran escalofriantes y que mis manos, con el transcurrir de las páginas, agradecerían un poco de calor. Le anude la bufanda, lo besé y se marchó. Minutos más tarde, lo mataron. Acudía a una cita con su editor. Sobre la nieve, quedó su sangre y el portafolio vacío. He entregado el manuscrito a la fiscalía. Los jueces escribirán el último capítulo, pero el epílogo se escribirá a cuchillo.


NIEVES REINA (28/09/09 15:48)


FELIZ VIAJE

La sangre sobre la nieve es más roja, y mucho más efímera sobre la espuma del mar. Volaron el yate matando a los tripulantes que vigilaban mi inmersión en el arrecife. Tras recuperarme de la otitis causada por la onda expansiva, acudí disfrazado a mi propio funeral. Me sumé al coro de abogados y plañideras. A pesar de mi escaso talento histriónico, pasé desapercibido entre tanto hipócrita caza fortunas. Los cuchicheos entre los presentes, repartiéndose mi herencia, se mezclaban con las preces del sacerdote. Finalizado el responso, salí de la iglesia y esperé bajo los copos para consolar a mi viuda. Fue ella quien llamó por teléfono, segundos antes de la explosión, para desearme un “feliz viaje”. Tampoco me reconoció. Sí lo hizo Argos, mi fiel yorkshire, acomodado en el antebrazo de mi esposa. Cuando Argos saltó a mis brazos, apreté el gatillo. Ella cayó de bruces sobre su velo de seda negra, manchando de rojo la nieve.


NIEVES REINA (30/09/09 20:43)


Y COMIERON PERDICES

La sangre sobre la nieve es más roja que mi capa. De regreso al pueblo, observo cabreada el reguero de sangre entre los árboles. La hemos arrastrado hasta las rocas haciendo uso de mi prenda favorita. Los lobos terminarán el trabajo. ¡Maldita vieja!, continuaba aferrada al joyero incluso después de que Hunter le asestara varios navajazos. Necesitamos una coartada. He llamado a nuestros abogados. Nos cuestan una fortuna, pero tienen un talento prodigioso haciendo alegatos. Recuerdo el caso de la tendera del “Bazar de Chocolate”. Aquella bruja tenía la trastienda llena de hachís. Cuando quisimos llevarnos la mercancía, opuso una resistencia inusitada para su avanzada edad. Mi hermano sacó la navaja y... Nos salvamos por ser niños todavía. Green & Asociados alegaron defensa propia y condenaron a la mujer a cadena perpetua por perversión de menores. Tuvimos que cambiar de nombre y residencia. Ahora, vuelta a empezar. No importa, siempre quise llamarme Blanca, como la nieve.



NIEVES REINA (06/10/09 20:47)


ÚLTIMA GENERACIÓN

La sangre sobre la nieve es más roja. Lo que pisan mis botas es pura grasa. He debido herirlo con mi último láser. El rastro es inequívoco; nieve y aceite no hacen buenas migas. Mis temores se confirman. Se ha hecho fuerte en el almacén, aliándose con el Torno y la Fresadora. Odio las máquinas. Comienzas poniéndoles unas baterías, a continuación unos sensores y… terminan perfeccionándose ellas mismas. Basta de lamentaciones. La prioridad es desactivarlo antes de que controle completamente la fábrica. Es la tercera vez que me enfrento al Destornillador. Ya le arranqué dos cabezas, la estrellada y la hexagonal, pero las regenera como una diabólica hidra. En esta ocasión, me acompaña un ejército de tornillos inteligentes de última generación. He prometido liberarlos del tirano de las siete cabezas. No obstante, debo ser cauto. Acaban de informarme que hay un infiltrado entre ellos. ¡Estoy hasta las tuercas de pertenecer a la Brigada Ciborg de la policía!

 

 

 


INÉDITOS Y CASI INÉDITOS...hasta hoy.

CORAZÓN DE TRAPO

 

Le faltaba el aire. Salió al descansillo sin hacer ruido y corrió escaleras abajo. Oyó los gritos de su madre desde el tercer piso y apresuró la huida a comisaría. Sintió la mirada cobarde de los vecinos a su espalda. El comisario ordenó que un coche patrulla la llevase de vuelta a casa. “No son horas para que una niñita ande sola por la calle” –dijo el comisario mientras le revolvía los cabellos y guiñaba el ojo a dos agentes.  Su papá solía calmarse en presencia de la policía y su mamá dejaba de llorar. Aquella noche, llegaron demasiado tarde. El vecindario se apiñaba frente al portal. La policía hizo sonar la sirena y los dos agentes bajaron apresuradamente del coche abriéndose paso entre el gentío. A duras penas, mi amiga pudo seguirlos. Volvía a faltarle el aire. El vecino del ático trató de detenerla pero ella se zafó con rabia, y pudo verla.  Su mamá yacía sobre los adoquines, con el cráneo destrozado. Horrorizada, me dejó caer sobre un reguero de sangre.  Se perdió por el bulevar sin más amparo que las caricias de sus lágrimas. Quise ir a besarla pero no soy más que una muñeca de trapo.

 

 

 

 

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TRISTE HADO

 

Apenas me he adentrado unos milímetros y ya me he contagiado de la melancolía de este páramo, de la tristeza  de esta carretera de brazos prietos, de la aflicción del cielo mortecino que cubre, cual sudario,  mi camino. Mis pies se ensucian con las cenizas de hojarasca que se esparcen por la lóbrega senda en que me interno. No hay luz  ni esperanza en este oscuro túnel que sólo yo ilumino.  Anhelo perder la cabeza entre unas sábanas de lino, o  sumergirme en  el heno de un pajar sombrío. En mi delirio, sueño que soy la estela de un cometa alumbrando el universo; mas, cuando despierto, me veo persiguiendo a una ráfaga de viento esquivo que juega a escabullirse entre la vegetación inerte que alimenta mi infortunio. A cada paso, se afianza en mí la sospecha de que soy el hijo bastardo de un promiscuo mechero rendido al vicio, o quizá, en el mejor de los casos, el lábil vástago de una vela llorona y decadente. Triste hado ser la brasa de un cigarro.

 

 

 

 

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