GOLOSINAS LITERARIAS

PRIMER PREMIO

en el Certamen Literario Covibar 2014 / Cartas de Amor.

 

TINTA DE CARAMELO

 

Amor mío, de camino al dormitorio, paso cerca del cuarto de los niños y les observo de soslayo. Están leyendo. Disimulo una sonrisa mientras les pido que apaguen la luz, pues madrugan al día siguiente. Nuestros hijos han heredado tu pasión por la lectura.  Ahí estás, leyendo sobre la almohada. Tengo celos de  las páginas solazándose entre tus dedos y de las letras que danzan en tus pupilas.

Por fin, los niños duermen y sueñan felices sabiendo que te tienen cerca. Me gusta escribirles cuentos aunque envidio que  ellos lean en tus ojos el amor que yo te plagio en mis textos.   Debo decir, sin ambages, que has hecho de ellos mejores personas que quien suscribe esta carta. Les divierte  jugar conmigo, pero en los momentos difíciles buscan tu complicidad y  apoyo,  sincerándose más contigo. El amor, en ti, emana de forma natural; en mi caso, brota con mayor dificultad.

Escribo estas líneas con premura, ansiando acurrucarme junto a tu espalda mientras lees.
Quisiera absorber tu magia pero soy impermeable a tus encantos. Junto a ti, parezco el enano gruñón, perdido en tu carita de nieve. A tu vera, soy la rana hechizada croando tu nombre. Soy el patito feo chapoteando en tu piélago. Soy el ratero que vive de tu sonrisa, el pequeño Pérez. Soy el ratón enjaezado de tu calabaza encantada. Soy el gato con guantes buscando tus botas de siete leguas. Soy una rata de Hamelín bailando tus sones. Soy tu hermano glotón, valiente Gretel.  Soy la rueca siniestra que emponzoña tu mano. De los cuarenta ladrones, yo soy el primero. Soy un gazapo travieso jugando contigo, mi Bambi. Soy el guisante que incomoda tu sueño. Soy el muñeco de palo buscándote, hada mía. Soy el cerdito bobo huyendo del lobo. Soy un grumete egoísta al servicio de Garfio. Soy la perdiz que se comieron, y el colorín colorado. Soy el pequeño Gulliver, y tú... mi viaje soñado.  

Todas las noches, cuando cierras el libro, te abrazo con fuerza para que sueñes  conmigo. Imagino que  lloras de felicidad y que yo soy  tu llanto. Recorro tus mejillas, salo tus labios,  acaricio tu pecho y en  tu vientre recalo.

Cada mañana, esposa mía, me despierto  en tus ojos de color miel y  pido un deseo: Quédate siempre a mi lado y sigue escribiendo mi vida con tinta de caramelo.

CERTAMEN LITERARIO COVIBAR 2014

 

 

 

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¿Pueden imaginar a Romeo Y Julieta, en el siglo XXI, escribiéndose SMS y Cartas de Amor? Dejen volar la imaginación y... que Mr. William nos perdone.

 

EL REFUGIO DE MANTUA

 

“Una paz lúgubre trae esta alborada. El sol no mostrará su rostro, a causa de su duelo.” (Shakespeare)

 

Hospital de San Bonifacio de Verona, habitación 1597. Año 2011.

 

En la bella Verona..., el  último heredero de la dinastía Montesco -hijo de Benvolio XV- convalece de las heridas sufridas en un altercado con los Capuleto. A duras penas, con un brazo en cabestrillo , el joven Montesco escribe una carta para  su amada.

 

Amada mía:


Salté de la cama al recibir tu SMS. Continuaba aturdido por la paliza propinada por tu padre y hermanos para echarme de la cripta donde se celebró tu funeral. Al ver tu nombre en la pantalla del móvil, me sentí víctima de otra macabra broma de tus primos (solían atormentarme con ellas en la universidad si nos veian juntos por el campus). Fue uno de ellos quien me delató tras descubrirme  agazapado entre los clérigos. A pesar de los empellones y patadas recibidas, no pude apartar mi vista de tu rostro exánime. Mi pertinacia encolerizó, aún más, a tus hermanos, y los golpes arreciaron. No me resistí al maltrato, esperando recibir el golpe de gracia que uniera de nuevo nuestros destinos.  Estuve al borde de la muerte pero, una vez en el hospital, sobreviví gracias a los oscuros deseos de vendetta. En mi desvarío, al pergeñar mi venganza, quise enviar un mensaje a Satanás, y a punto estuve de contratar a unos sicarios. El zumbido del teléfono móvil anunciando tu mensaje detuvo mi mano. El odio se desvaneció, cuando recibí tus versos:

 

Mi amado Montesco,
aunque el amor
de la vida sea
su esencia primera,
nuestras familias no aprenden,
y el mundo no ceja
en aupar a la muerte
perpetuando reyertas.

 

Hoy, el amor
a la muerte ha burlado.
Los Franciscanos, esta vez,
hicieron bien su trabajo.
Búscame en nuestro refugio de Mantua,
y que nuestros ancestros sonrían
mientras nosotros gozamos.

 


Amada mía, no quiero seguir ocultando nuestro amor. No puedo olvidar a nuestros viejos amigos: Violeta y Alfredo, Floria y Mario, Otelo y Desdémona, Calisto y Melibea, Lucía y Edgardo... ni  a nuestros queridos antepasados. ¿Recuerdas, querida, cuantas lágrimas derramamos frente a la chimenea de Mantua? Tu llorabas interpretando a Violeta, y yo moría de celos remedando a Otelo; imploraba Floria, renacida en tus labios, y  Calisto se desmoronaba torpemente sobre la moqueta del refugio. Nunca se me dió bien Calisto, en fin... ¡basta de llanto y tragedia!. ¡Basta de amores truncados!  Rescribiremos la historia de todos ellos y les devolveremos con creces  el amor que nos donaron.

Amor, recibe, en prenda, mis versos mientras te llegan mis besos:

 

 

Tengo miedo, mi vida,
más no puedo seguir callando,
ni silenciando tus besos
ni encadenando mis manos.

 

Amarnos en la penumbra
es condenarnos al llanto,
eclipsar la alborada,
amanecer bajo el fango.
.
¡Basta, no quiero!
Ayer, me visitaron las sombras
y mancharon mis anhelos
enturbiando tu recuerdo.

 

Marcho contigo, mi amor,
a solazarme en tus brazos,
pero dejo abiertos los míos
para quien quiera tomarlos.

 

Ya no hay odio,
ya no hay llanto.
Voy camino de Mantua,
voy en pos de tu canto.

 

 

Pronto, muy pronto, estaremos juntos, para siempre.


R.M.

 

 

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CARTA A MIS HIJOS

 

 

Queridos hijos:

 

Permitidme que me dirija a vosotros sin nombraros, sin establecer prioridades, ignorando al Tiempo, condensando en esas cinco letras todo mi amor sin distinciones. Las diferencias que os caracterizan se acomodan en mi corazón encendiendo pasiones, apaciguando iras, soterrando aflicciones.
Tal vez, sois muy jóvenes para comprender todos  los sentimientos que vierto en estas líneas, pero confío en que guardéis mi carta entre las páginas de un libro  o en los entresijos de alguno de esos aparatos electrónicos que tanto os gustan. En un futuro, mis palabras cobrarán sentido en vuestros corazones y el mío se sentirá nuevamente reconfortado.
Imagino el comentario cuando leáis o escuchéis, por primera vez, esta carta: ¡MENUDO ROLLO NOS ESTÁ SOLTANDO PAPÁ! Bueno... al menos, no me habéis llamado VIEJO. Prefiero que me parta un rayo, como al olmo seco del poeta, a que me llaméis viejo.

 

Pequeños míos,
no me llaméis viejo.
No escuchéis al Tiempo,
ni le prestéis palabras
para zaherir mi alma.

 

¡Ay, Tiempo cruel!,
¡ay, Tiempo viejo!,
si de mis hijos apartarme quieres,
¡busca tú
tus propios versos!

 

 

Sois el mejor regalo que vuestra madre me ha dado. Sois frutos de su vientre excelso, y bálsamo de mis desvelos. Naciste hermosa, mi Castañita, y naciste lindo, Garbancito amado,  pero sois de cabeza pétrea, a semejanza mía. Queridos hijos, no seáis tercos y dejadme participar de vuestra primavera  desde mi otoño florido. En vuestros brazos, mis canas son flor de almendro, narcisos blancos desafiando al tiempo. Cuando mis hojas caigan, no apartadlas del sendero. Pisadlas sin miedo y os abrigarán los pasos hasta que alcéis el vuelo.
Amados míos, no me llaméis viejo, y si el Tiempo os acecha, gritadle que me haga abuelo y no  me robe vuestros besos.

 

 

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MOMENTOS CHOCOLATE

 

El amor tiene varias lecturas, como esta carta. ¿Es posible amar sin querernos, sin mimarnos un poquito, y sin aceptarnos a nosotros mismos?

 

 

Buenos días, Amor. Sí, amor mío, ¡BUENOS DIAS!  La noche  ha sido nefasta pero nos espera un día maravilloso. No me mires con esa cara, y ten confianza. ¿Acaso te he engañado alguna vez? Bueno, vale, te he fallado muchas veces pero en asuntos triviales. No van a poder con nosotros.¡Vamos, espabila! Lávate ese careto con que te has levantado que voy a preparar tu desayuno preferido.

Después, nos vamos a ir de compras. Cierto, de compras, has oído bien. Llamas al trabajo y les dices que llegarás tarde; así, sin más. Ya pensaremos cualquier excusa. Digas lo que digas, no van a creerte.

¿Te acuerdas del traje que viste ayer en el escaparate de esa boutique tan chic? Te dije que entraras a probártelo pero no me hiciste caso. Siempre con las prisas. Hoy no te escapas. Te compras el traje y unos zapatos a juego. Tus compañeros se van a quedar pasmados cuando entres tan elegante en la oficina, con una flor en la solapa.

No es veintiuno de marzo pero los almendros ya están floreciendo y tenemos que celebrarlo... y a quien le pique que se rasque. Tesoro, nadie va a ensombrecer nuestra primavera.

Apresúrate. Enseguida te hago las tostadas con aceite, tomate y una chispita de ajo. Ya te he encendido el ordenador portátil. Hoy, mientras bebes ese rooibo con vainilla que tanto te gusta, vas a  leer la prensa digital con sosiego; ya está el mundo bastante agitado para meterle más caña. De postre, un cigarrito y nos vamos.

Tienes que dejar de fumar, pero eso será mañana. También puedes vencer al tabaco, no lo dudes, aunque lo haremos a tu manera y sin imposiciones. Yo seré tu padrino, tu eliges el día, el lugar y las armas; ¡faltaría más! Y ahora, “a la calle que ya es hora”, como decía el poeta.

¿Sonríes, pastelito? Tenemos que aprender a querernos, cariño mío, aunque nos llamen egoístas.

Cómprate ese traje que tanto te gusta, fúmate un puro, prende una flor a tu solapa, miéntele a tu jefe, ponle ajo a las tostadas, y vainilla a los gruñones. Regálate un “momento chocolate” cada día.

Me gusta que me sonrías; ¿será porque tus labios son los míos?

 

 

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